jueves, 15 de enero de 2009

Los Políticos

Son nuestros fabricantes de miseria por antonomasia. Quizá por ser los más visibles de todos nuestros ciudadanos. Ser político, en nuestros días, es ser el payaso de las bofetadas. Claro que hay decenas de excepciones.
Ni Ayliwin, ni Belaunde Ferry, salieron de la presidencia con un dólar más de los que tenían cuando la recibieron. La imagen generalizada la que la sociedad ayoritariamente sustenta, es la del político corrompido que promete villas y castillos, acaba alzándose con el santo y la limosna. Esa es la otra corrupción, la silenciosa, por quien autoriza no se mancha las manos.
Y ahí otra clase de nefasto político que, es aún peor, pues cínicamente combina la virtud personal con las flaquezas ajenas.En América Latina estamos ante un fenómeno de descrédito generalizado de los políticos, como consecuencia de las vergüenzas que hacen los gobernantes para complacer a un electorado que, simultáneamente, los premia y los condenan por las mismas razones. La tragedia radica en que desde el momento mismo de fundación de América Latina, el Estado fue una fuente de rápido aprovisionamiento para políticos y gentes influyentes. Así ha sido hasta nuestros días. Los líderes de los partidos y sus familiares cercanos entran al saco en el tesoro común. Luego les siguen los dirigentes nacionales o regionales. Los simples militantes se conforman con menos. Los políticos latinoamericanos no son ni más ni menos corruptos que las sociedades en que actúan. Allí un triste sistema de complicidades en el que los méritos personales suelen tener menos calados que los "Enchufes" y las "palancas". No es nada fácil romper este círculo vicioso. Teóricamente creemos en la equidad, la meritocracia y el imperio de las reglas justas, pero simultáneamente cultivamos la lealtad al amigo en desgracia y el otorgamiento de privilegios y el trato de favor como forma de mostrar solidaridad y nuestro poder.
(Del Libro Fabricante de Miseria)
Luis Santos

No hay comentarios: